miércoles, 8 de julio de 2009

LOS ARRIEROS

“ En las arenas bailan los remolinos,
el sol juega en el brillo del pedregal,
y prendido a la magia de los caminos,
el arriero va, el arriero va…”
Atahualpa Yupanqui



Una figura clave asociada al monte, es el arriero. El arriero es el encargado de acarrear los productos del monte y la leña para prender fuego en los hornos de pan, o en los hornos de las ollerías.

Etimológicamente, el término arriero proviene de la palabra española arrear, estimular a las bestias para que echen a andar, para que sigan caminando o para que aviven el paso; esta palabra, a su vez, proviene del vulgar 'arre', voz utilizada para tal fin.

El arriero es, pues, un transportista, que utiliza bestias de carga como el burro y la mula para acarrear el material.


TOPÓNIMOS.

Uno de los manantiales de Sierra Espuña situado en el área de Gebas lleva la denominación “Fuente de los Arrieros”. En Almería encontramos el “Camino de los Arrieros” y la “Posada de los Arrieros”, hoy convertida en Hotel Rural. Otra casa rural, situada en el pago de El Arreaque, en el término municipal de Mula, fue lugar de encuentro “de los arrieros que antiguamente viajaban por estas tierras”.

Para saber más de los arrieros, entrevistamos a Antonio Palazón Boluda, muleño residente en la calle Carretería, el cual pasó gran parte de su vida laboral dando portes con su borrico.


LA ENTREVISTA


1)- Díganos qué edad tiene usted y a qué edad comenzó en la arriería.

- Pues tengo 86 años. Primero empecé a trabajar en el molino de Antonio Zapata, hasta irme a la mili. Siete u ocho años estuve en el molino. Y al venir de la mili, tendría yo unos 23 años, me enganché con mi padre con los burros, a sacar basuras, a meter frutas, A tó eso en la huerta, porque entonces no había caminos y nos metíamos con las bestias a los bancales. Y cuando no había que sacar fruta, pues al monte iba, a traer leña para las ollerías y para los hornos.

2)- ¿Qué le llevó a elegir la arriería como medio de subsistencia?, ¿venía usted ya de arrieros precedentes?, ¿su padre o su abuelo fue o fueron arrieros?

- Claro, mi abuelo y mi padre eran arrieros. Y eso, cuando yo tenía unos 14 ó 15 años, el tío Antonio Zapata le dijo a mi padre, “déjeme usted al zagal”, y mi padre me dejó allí con él.

3)- A lo largo de su vida laboral daría usted portes muy distintos, fuese acercando leña a los hornos, tierra a las ollerías, o acarreando cajas de fruta por las antiguas sendas de la huerta de Mula. ¿Qué portes prefería usted dar… o no tenía usted preferencias?

- Sí, y metiendo basuras en la huerta de Mula. Preferencias no tenía ninguna; yo estaba ahí para lo que me avisaban. Me avisaban los Pelaos, que entonces hacían unos montones inmensos de basura; cal Sombrerero, a meter basuras… Una seroná (cinco capazos) a cada dos árboles.

4)- ¿Y qué cobraba usted, por ejemplo, por un porte de leña traída desde el monte a los hornos de las ollerías?

- Úf… no llegaba al duro. No llegaba al duro por carga, en los años ’50 y ’60. Mi padre llegó a dar portes por unas tres pesetas…


5)- ¿Qué tipo de portes era más frecuente?


- Pues dependía de la época del año; pero lo que te iba diciendo: frutas, basura, leña… Hacíamos cargas de monte para las ollerías, y aparte hacíamos un haz de leña fina o algo más y se la echábamos a los burros, así en los láos de las cargas y ese haz de leña lo vendíamos ahí en el Puente Santo, a peseta, pa sacar pa las Guías (especie de salvoconducto o permiso expendido por la Guardia Civil, el cual costaba a los arrieros en torno a la peseta, que recuperaban con la venta de esos haces de leña fina), y con eso pues pagábamos la Guía y podíamos echarle a los burros un puñao de cebada sin haber de mermar el miserable jornal que ganábamos. A mi padre le metieron tres meses de cárcel por una carga de monte, por no llevar la Guía, y gracias al Ramón el Caimán, que se hizo cargo de los burros, pudimos subsistir en esos meses, pues cuando encerraron a mi padre nosotros éramos muy pequeños y lo que él ganaba era lo único que entraba a la casa.

6)- En los portes de leña o tierra para las ollerías, ¿había de recoger usted los materiales, o simplemente los cargaba y los transportaba?

- Tierra para las ollerías yo no he llevado nunca. La tierra las traía los carros de vacas. La traían de allá de ca don Pedro Cobos… Yo traía leña, que había que hacerla allí en el monte. Habíamos de arrancar romero por romero, gobernar tus tres haces de leña para completar la carga: uno a cada lado y otro encima…


7)- ¿Recuerda usted haber dado portes fuera de Mula, con materiales realizados en las ollerías, como cazuelas, ollas, pucheros, etc? ¿Cuál fue el viaje más largo que dio? ¿A dónde hubo de ir?


- Ollas y eso, yo no. Mi padre sí, él acercó material de ese a los mercaos, alguna vez Igual había de ir a Bullas, a Campos del Río…

8)- Y por un viaje de esos… ¿Cuánto solía cobrar usted?

- Pues igual que si hubiera ido a por una carga de monte.


9)- ¿De donde traía la tierra para las ollerías?


-NOTA: está respondida en la nº 6.

10)- ¿Tuvo usted algún problema con los guardias por acarrear leña en épocas de prohibición, o en épocas de prohibición no se acarreaba leña?

- Sí, claro, con ellos tuve más de un problema; más que nada discusiones y eso. Te paece una vez… Salíamos a las 5 de la mañana a por un viaje de monte, a Beto, cuando no había Guías. Y cuando veníamos pa quí por los Collaos de Herrero, estaba la Guardia Civil y más de una vez le dijeron al pobre de mi padre que llevara las cargas al asilo, y las teníamos que llevar al asilo después de estar bregando desde las cinco de la mañana…

11)- ¿Y problemas con los animales? ¿Le volcaron la carga alguna vez?

- Más de una vez, sí, sobretodo al cargarlos pues si los animales eran nuevos y no los conocíamos mucho igual se apartaban en cuanto tratábamos de echarles la carga. Si eran viejos no; esos se quedaban y con ellos no teníamos problemas.

12)- Vi en Marruecos que lo arrieros de allí utilizaban ratas muertas, secas, que colocaban cerca del hocico del animal cuando este estaba en celo, para disuadirle de montar a sus congéneres a fin de que no le volcasen la carga. ¿Qué remedios utilizaban los arrieros de Mula?

- El remedio que utilizábamos aquí era la vara. En cuanto pasábamos cerca de alguna burra en celo los machos se ponían a rebuznar y eso y había que persuadirles; les dabas un leñazo y les decía “¿Qué pasa? ¡Tira!”

13)- He visto entre sus fotos de época, lo bien enjaezado que llevaba usted a su borrico. Es más, estoy por decirle que nunca vi animales de arriería tan maqueados, y eso que he visto recuas de asnos fuese en Mula, en Andalucía o en el norte de África. ¿Le llevaba mucho tiempo enjaezar a su animal de transporte?

- Pues… íbamos, como en cualquier oficio, a ver quienes teníamos mejores bestias, o quien las sacaba mejor… Nos juntábamos varios arrieros y a lo mejor decíamos, “¿vamos a subir al Niño a almorzar?” Y nuestra ilusión pues era esa, aparejar a los burros con sus aparejos buenos y hale al Niño a almorzar. No era cosa que hiciéramos tós los días, pero de cuando en cuando sí nos gustaba ir. ¡Y nos poníamos allí a gusto!, ¿sabes?...


14)- ¿Y qué comía el animalico? ¿Cebada?


- Cebá y paja, y hierba. De comer no les faltaba. ¿Cuánta hierba habré segao yo!

15)- Cuéntenos usted alguna anécdota que haya vivido y le parezca digna de mención.

- Pues esa que te decía, de llevar las cargas ya hechas y que la Guardia Civil nos detenía y nos hacía llevarla al asilo, porque a lo mejor no llevábamos la Guía. Vamos, que perdíamos el día, trabajado de sol a sol y luego de llevar las cargas donde la Guardia Civil nos decía teníamos que presentar en el cuartel un papel, justificando la entrega en el asilo. Mi padre hubo de ir una vez o dos a Ricote, a pagar las denuncias… ¿Cuántas penas habremos pasao?...

16)- ¿Recuerda haber subido por la empinada Cuesta del Rayo, entre Casas Nuevas y Espuña? Ya ni aparece en los mapas esa senda…

- No, por la zona esa no iba yo; yo iba más por la zona esa de Beto. A Sierra Espuña he ido varias veces pero por cargas de agua a la fuente de Perona. Íbamos por dos cargas de agua, y allí siempre nos pagaban un poco más del jornal. No, por la Cuesta del Rayo no pasábamos: para subir a la fuente de Perona echábamos por la cuesta que le dicen o le decían de La Sepultura, por una senda que había…



Entrevista realizada a……………………….. Antonio Palazón Boluda



Manuel Risueño
Mayo, 2009

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