lunes, 15 de junio de 2009

ENTREVISTA a RAFAEL MARTÍNEZ y BLAS SÁNCHEZ

ENTREVISTA A RAFAEL MARTÍNEZ Y BLAS SÁNCHEZ
BUENOS CONOCEDORES DE LA SIERRA DE PEDRO PONCE

23 comentarios:

  1. El otoño pasado y a fin de elaborar un folleto de Natura 2000 en Mula, financiado por el Proyecto VOLCAM, del Voluntariado Ambiental de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, sobre los LICs (Lugares de Importancia Comunitaria) y ZEPAs (Zonas de Especial Protección de Aves) del término municipal de Mula, se recabó información de los lugares protegidos por acuerdos internacionales, para saber un poco más de esos lugares y llevar ese conocimiento al papel, para su difusión a nivel municipal.

    Buscando en Internet alguna referencia sobre la Sierra de Pedro Ponce, área de la que teníamos muy poca información, dimos con la referencia de un hombre de Zarzadilla de Totana, aldea lorquina situada en la solana de la sierra, quien a decir de Natursport era el mejor conocedor de la sierra por haber transcurrido en ella gran parte de su vida, conduciendo un rebaño de ovejas y cabras.

    De inmediato, tratamos de establecer contacto con él, y yo mismo elaboré una proto-entrevista en la que a sugerencia de Cristóbal Marín, entonces concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Mula, preguntaba a Rafael si conocía fuentes y cuevas, además de otras cuestiones inherentes a la sierra. Pero, por causas relacionadas con la falta de tiempo, y porque el coche de la concejalía no siempre estaba disponible, o el técnico de campo no lo creyó oportuno, pasó el tiempo y la entrevista no se hizo.

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  2. Meses después, en agosto de 2008, dos voluntarios del GMVA nos desplazamos a Zarzadilla de Totana, y una amable vecina nos guió a la casa de Rafael Martínez Caballero, el cual nos invitó a pasar.

    Le explicamos que queríamos entrevistarle a fin de recabar información sobre la sierra, y que la entrevista aparecería publicada en la revista de la concejalía o en algún otro medio de información relacionado con Medio Ambiente.

    Quedamos en volver a la semana siguiente, ya provistos de grabadora y un buen formulario de preguntas. Y el martes de la semana siguiente volvimos.

    La señora Justa, esposa de Rafael, nos invitó a pasar. Rafael no estaba en casa, nos diría. Quien sí estaba era la hija de Rafael, Ana, que enseguida nos guió a ver a su padre, el cual tomaba el fresco de la tarde en la puerta de la casa de su amigo de siempre Blas Sánchez Moreno, con quien Rafael charlaba, sentados ambos en el banco de obra de la puerta de la vivienda mientras la esposa de Blas, la señora Julia, hacía punto sentada en su mecedora. Al vernos bajar del coche y acercarnos a donde estaban sentados, vimos sonreír a Rafael y la alegría brillar en sus ojos. Luego de las presentaciones de Blas Sánchez y su esposa, procedimos a la entrevista que se adjunta.

    En la entrevista se hace referencia a una publicación promovida por Ana Martínez, editada por las concejalías de Cultura, Turismo y Juventud del Ayuntamiento de Lorca, Consejería de Turismo, Comercio y Consumo de la Región de Murcia, Caja de Ahorros del Mediterráneo y Natursport, editada en Murcia en 2006 bajo el título: “Sierra de Pedro Ponce. La montaña olvidada. Diez excursiones para descubrirla desde Zarpadilla de Totana”.

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  3. Una copia del libro, cuyo autor material fue Juan Antonio Moya Sáez, la penúltima que le quedaba a Rafael, se la cambiamos durante la visita anterior por otro libro, editado por el Ayuntamiento de Mula del cual, al igual que a él, solo me quedaban dos copias.

    En el libro en cuestión, de las diez excursiones propuestas, siete transcurren en su totalidad por el término municipal de Lorca, dos más transcurren por el término de Lorca pero entran en el término muleño, y el otro itinerario transcurre totalmente por el término municipal de Mula.

    Sobre este itinerario, de 6 km. de recorrido y un grado medio de dificultad según el MIDE (Método de Información de Excursiones), hay una detallada información en ese libro (págs. 72 a 75), la cual nos describe la localización de, al menos, una cueva y un nacimiento de agua… con dos saltos o pequeñas cascadas:

    “… En el lugar donde se forma una poza de buen tamaño, el barranco da un salto de algunos metros, formando una minúscula cascada, para salvar el desnivel del terreno. Y poco más allá, se precipita en otro gran salto, para encajonarse en un espléndido cañón por el que prosigue su discurrir por estas remotas tierras de Mula. El rincón y su entorno bien merecen prolongar nuestra estancia en él. En las paredes que se alzan a nuestra derecha, se halla una pequeña gruta –señalizada- a la que podemos acceder si sentimos curiosidad”.

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  4. Los saltos de ese minúsculo riachuelo que desemboca en la Rambla de Malvariche, están situados a una distancia de mil metros de la Loma de Calvillo. La ruta inicia el recorrido desde la Casa del Francés, en el km. 36 de la carretera Totana-Bullas, y ha de salvar un desnivel total de 180 metros. Completar los 6 km. de recorrido implica emplear unas dos horas de marcha, por terrenos irregulares que dificultan el desplazamiento, pero se salvan bien llevando buen calzado.

    En la entrevista, Blas (87 años) y Rafael (84 años) nos dan nombres de cuevas y de fuentes localizadas en la sierra de Ponce, en la parte que corresponde a Mula.

    Se habla también de una hipotética mancomunización de la sierra de Ponce entre los ayuntamientos de Lorca y Mula, que podría ser una buena herramienta para la protección y conservación de la sierra, aunque podría estudiarse hacer algo más amplio e implicar a los ayuntamientos o a las concejalías de Medio Ambiente de los ayuntamientos cuyo término municipal forma parte de la ZEPA y LIC en l@s que está incluida Pedro Ponce.

    Manuel Risueño Moreno
    Lorenzo Alcaraz López.

    Miembros del GMVA
    (Grupo Muleño de Voluntariado Ambiental)

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  5. HISTORIA VIVA DE LA SIERRA DE PEDRO PONCE

    No hay servicio de barrenderos en la aldea, pero las calles están limpias y no se ve en el suelo ni un papel. Son los mismos vecinos quienes hacen la limpieza viaria, varios días a la semana.

    No hay servicio de policía fija y ahora, después de unos robos consecutivos, están haciendo guardia los propios vecinos, algo casi inviable !!! La vecindad está presionando a la Administración para poner un servicio fijo de policía,

    Hay, eso sí, un alto grado de concienciación vecinal que permite una cierta armonía en un tiempo en el que, en otros lugares, se echa en falta.

    Hablamos de la pedanía lorquina de La Zarzadilla de Totana, enclavada a 850 metros de altitud, al amparo de la vertiente Sur de la Sierra de Pedro Ponce, sierra compartida entre los vecinos municipios de Lorca y Mula, zona de interés ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves), despensa secular de l@s habitantes de la sierra.

    Quienes mejor conocen este trozo de mundo son dos hombres de avanzada edad, historia viva de la sierra, que atienden a los nombres de Rafael y Blas, a quienes entrevistamos a finales del pasado verano, acudiendo puntuales a la cita que establecimos con Rafael unos días antes.

    Esto es lo que dio de sí esa entrevista, en la que estuvo presente la mujer de Blas, la hija de Rafael, que nos echó una mano, los dos hombres entrevistados, y los dos miembros del GMVA que nos desplazamos desde Mula:

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  6. INTRODUCCIÓN PARA DESHACER HIELOS


    En el Libro de Montería atribuido a Alfonso XI (1312-1350), se describen los montes “de todo el señorío de Castilla y de León, et algunos de los regnos de Granada”, entre los que aparece reseñada esta alusión a la sierra que nos ocupa:

    “La sierra de Pero Ponce es buen monte de oso et de puerco en invierno. Et en este monte hay unas fuentes que no son nombradas…” (*)

    Es la primera referencia que encontramos de la sierra de Pedro Ponce. La segunda, fechada en 1525, se la debemos al Marqués de los Vélez:

    “…hay tan grandes montes de leña y madera que en mil años no se podrían acabar”. (**)

    En las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. Lorca, 1755, se dice que de las tres minas de plomo (“Tres fábricas de minas de plomo”) existentes en el término de Lorca, “la tercera” se ubica “en la sierra que dicen de Pedro Ponce”. Y “que son propias de Su Majestad, y han rendido en los cinco últimos años diez mil quinientas treinta arrovas y trece libras de plomo”.

    Esa es historia escrita; ustedes son historia viva, y de ahí nuestro interés por conocerles un poco más, dado que parte de su extenso conocimiento sobre la Sierra de Pedro Ponce, Rafael, ya la dejó usted expuesta en el libro de Juan Antonio Moya Sáez, que hemos leído con sumo gusto.

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  7. LA ENTREVISTA


    - Nace usted, Rafael, en agosto de 1924, en La Zarzadilla de Totana, “al abrigo de la sierra de Pedro Ponce”, leo en el libro de Moya. Háblenos de sus primeros años, cuando usted era niño y vivía en el cortijo que cuidaba su abuelo Rafael, y más tarde su padre y sus hermanos en las proximidades del collado del Sudador, arriba en la sierra… ¿Era usted el único niño en la familia? (***)

    Rafael. Yo era el mayor de seis hermanos. Bueno, iba detrás de una hermana que murió a los 24 años. Detrás de mí iba José, Manuel, Miguel y Antonio.

    Pregunta. ¿A qué jugaban siendo niños?

    Rafael. Cuando estábamos en esas sierras, jugábamos en las terreras de las minas, ¿sabes?, abrazábamos una boja y nos deslizábamos por las terreras. Luego subíamos, cogíamos otra boja y hale. Nos divertíamos así.

    (Blas se ríe recordando travesuras).

    Pregunta. “Con apenas doce años…” –leo a Juan Antonio Moya-, usted Rafael ya recorría la sierra con el rebaño que su padre le encomendaba (“¡Madre mía!”, exclama Blas, recordando las penas del pasado). Tendría esa edad cuando le sorprendió la guerra civil. ¿Recuerda usted de qué modo incidió la contienda en la sierra de Pedro Ponce? ¿cómo les afectó la guerra?

    Rafael. Por aquí… no se pegaron tiros.

    Pregunta. En su juventud, a la temprana edad de 13 ó 14 años, dormía usted al raso, arriba, en los veranos…

    Rafael. A los trece y a los diez…

    Blas. Y a los ocho también, y a los nueve…

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  8. Yo. Yo he pernoctado arriba, en la garita de La Selva, e imagino que la contaminación lumínica de hoy poco tendrá que ver con los cielos que observarían ustedes en los años cuarenta o cincuenta…

    Rafael. Entonces no se notaba contaminación ninguna.

    Pregunta. ¿Les gustaba observar las estrellas?

    Rafael. ¡Óh, las estrellas…!

    Blas. Estaba toda la noche mirándolas…

    Rafael. Mirábamos y veíamos estrellas juntitas y decíamos, mira, ese es el carro, el lucero fulano, la osa…

    Blas. Yo tenía dos hermanos que eran del mismo aparejo y dormían en esas sierras siempre, con los animales… con el ganado…

    Pregunta. La noche del 11 al 12 de agosto tiene lugar cada año las llamadas “Lágrimas de San Lorenzo” o Perseidas, la mayor “lluvia de estrellas” del verano. ¿Las veían ustedes?

    Rafael. Sí, sí, lo mirábamos todo, las estrellas, cuando estas se corrían y las veíamos caerse…

    Blas. Y pensábamos cómo sería la vida en la luna, ahí al raso. ¿Qué te crees, que hemos estado entre cristales?

    Pregunta. ¿Qué animales recuerdan haber visto en la sierra que hayan desaparecido a día de hoy? Les hago esta pregunta porque en la vecina Sierra Espuña desapareció el quebrantahuesos, hacia mitad del pasado siglo…

    Rafael. Ah, sí, aquí también desapareció. El único que queda así de aves es la cucala, que queda poca, y alguna águila, que también queda poca… Había pájaros de todas clases y apenas se ven…

    Blas. Se ha perdido todo.

    Rafael. Y reptiles… había de todas clases…

    Blas. Había de todas clases de animales…

    Rafael. Y ahora te vas por esas sierras y no ves nada. De víboras que se criaban en esas sierras un montón… y ahora es raro que se vea una. Antes se veían incluso bandadas de buitres, porque morían muchos animales y este animal siempre va a lo muerto, pero ahora no se ven, ya te digo. Y águilas, pocas.

    La mujer. Ahora no hay animales…

    Blas. A mí… no me ha quedado ná que hacer, menos leer que no se, porque no he tenido lugar (sonríe).

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  9. Pregunta. ¿Y lobos?

    Rafael. Lobos aquí existieron también, pero no los llegamos a conocer.

    Blas. Nosotros no los hemos conocido.

    Rafael. Los lobos no. Me contaba mi padre que en el cortijo ese de la sierra, que allí, si tenían que salir de noche a la puerta lo hacían con un hacho encendido, ¿sabes?

    Blas. Por si se arrimaban…

    Rafael. Para espantarlos. Yo… no los he conocido. Tengo 84 años y nunca he visto lobos por aquí.

    Blas. Y yo 87. Ochenta y seis y seis meses.

    Pregunta. Los pastores de antaño eran buenos honderos. El perro y la honda son, clásicamente, dos herramientas del pastor para controlar el ganado. ¿Era usted buen hondero, Rafael? Cuatro espartos…

    Rafael. (Sonriendo) Anda, pero es que las sabía hacer bien hechas, y decía: “Pimpinojo, donde pongo la piedra pongo el ojo”, e iba la piedra donde yo la mandaba con la honda.

    La mujer. ¿Tú es que no eres de por aquí?

    Yo. Soy de Mula.

    La mujer. ¡Ah, que eres de Mula!

    Yo. Yo también nací a las faldas de un cabezo.

    La mujer. Ya decía yo…

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  10. Blas. A Mula he ido yo muchas veces, andandico, y he ido y he venido porque me han denunciado en el monte de Mula, haciendo leña, y he debido ir allí a pagar la denuncia. Y ahora paso en el coche y les digo a ellos, aquí he venido yo, andando, y he regresado en el mismo día. En días cortos, he ido y he venido, y en aquel collado (señala un montículo a unos mil doscientos metros de la aldea) me sentaba, y en cuanto me sentaba me decía, no, me voy, que si me quedo aquí no llego (Ida y vuelta de Zarzadilla de Totana a Mula supone un trayecto de unos 72 kilómetros, que es casi el recorrido de dos maratones).

    Pregunta. ¿Tuvo usted algún percance con la honda, Rafael?

    Rafael. Percances no tuve porque sabía tirar muy bien y no… (risas)

    Pregunta. Bueno, pero antes de saber tirar bien… pasaría usted sus ratos aprendiendo…

    Rafael. Hombre, claro… pero eso se aprende fácil. Y hacerlas las hacía magníficas, con esparto ya picado…¡y pegaba unos crujíos la honda…! (sonríe)

    Pregunta. ¿Cuántas horas trabajaba usted al día, Rafael?

    Rafael. ¿Has dicho cuantas horas?

    Blas. Jajaj…

    Rafael. Veinticuatro. Trabajaba de noche y de día…

    Blas. ¡Madre mía…!

    Rafael. Pero lo que se dice trabajo, pues… de sol a sol.

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  11. Pregunta. ¿Y qué número de ovejas o cabras llevaba a pastar? ¿Eran ovejas o cabras?

    Rafael. Ovejas y cabras, de todo. Llevaba unas dos o trescientas…

    Pregunta. Además del pastoreo, ¿qué otras actividades desarrollaba usted en la sierra?, ¿recuerda si había pozos de nieve u otro tipo de recolectores de nieve en Pedro Ponce?

    Rafael. No, aquí no…

    Yo. Es extraño que no hubiera recolectores aquí, porque suele nevar más que en Espuña…

    Rafael. En Sierra Espuña sí, en estas sierras no..

    Blas. Tres años me tiré yo allí…

    Pregunta. ¿Y qué otras actividades desarrollaban en la sierra? En el libro de Moya he leído que subía usted a Caravaca a la siega…

    Rafael. ¿Trabajos? Trabajos de todo.

    Blas. Hacer leña, carbón… De todo hemos hecho.

    Ana. Recolectar plantas…

    Rafael. De todo.

    Ana. ¿Qué tipo de plantas?

    Rafael. Gayuba, la mariselva que es la madreselva… el tomillo, el romero…

    Blas. El espliego… Todo eso era la vida aquí.

    Ana. ¿Y todo eso lo vendíais en Lorca?

    Rafael. No; venían aquí y ponían romanas y ahí lo pesábamos y según el estado así lo pagaban.

    Blas. Aquí… ¡tantas cosas hemos hecho!

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  12. Ana. Y luego, en el libro, dice, que una de las cosas que hacías era que te fuiste a segar a Caravaca…

    Blas. ¡A Caravaca! Fíjate donde fuimos a segar que dormíamos en el suelo.

    Rafael. Nos fuimos a Caravaca a segar, y nos tiramos cuarenta días segando con la misma ropa que nos llevamos, sin quitárnosla de noche ni de día, y cuando volvimos la podías poner de pie y se mantenía quieta. De sudar… sudando ahí…

    Blas. ¿Sabes cómo dormíamos? Cuando nos hinchábamos de segar, nos extendíamos en una miaja de gavilla, una media hora, y enseguida otra vez arriba ¡Madre mía!... eso no se coge ni en cuarenta mil libros…

    Pregunta. La actividad humana en la sierra, especialmente el carboneo y la quema de rastrojos, ha ocasionado indeseables incendios a lo largo y ancho de los siglos. ¿Recuerdan haber vivido la desagradable experiencia de un incendio en el monte?

    Blas. Claro.

    Rafael. Claro, sí. En el término de Mula hubo un incendio que se quemó todo…

    Blas. Y yo me traje la leña que pude, ¿y sabes donde la quemé?, en una carbonera donde mismo vive este (señala a Rafael), ahí abajo.

    Rafael. Y ahí en lo alto de la sierra, también.

    Pregunta. ¿Cómo los apagaban entonces?

    Rafael. Cuando acababa de quemarse el monte, jéj, qué remedio, ¿no?

    La mujer. Entonces no había mangueras.

    Blas. La Sierra Espuña sabes donde está. Ahí me tiré tres años haciendo carbón, solo.

    Pregunta. ¿Solico?

    Blas. Sí, solico. Yo me lo hacía, yo me lo guisaba y yo me lo comía.

    Rafael. Jejej

    Blas. Tres años enteros.

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  13. Pregunta. ¿Tuvo o tuvieron alguna vez problemas por pasar de un municipio a otro pastoreando?

    Blas. Sí que había, jejej

    Rafael. Claro que había…

    Blas. Y algunas peleas…

    Rafael. Eso lo controlaba el ayuntamiento, cada término tenía sus zonas de pasto y entonces se pagaba tanto al año, y claro, si no se hacía así había que tener cuidado con los guardias, porque si no te denunciaban.

    Yo. Bueno… Tampoco habría muchos guardias…

    Rafael. No… Como igual se pasaba de un lado a otro, siempre tapaban algo.

    Pregunta. ¿Pero ustedes sabían los límites?

    Rafael. Claro; los sabíamos y los sabemos, claro… El término de Mula y Lorca está todo amojonado…

    Blas. ¿De Mula eres?

    Yo. Sí, Lorca y Mula han tenío muchos pleitos por los mojones…

    Blas. Si no se ha caído el cuartel, allí era donde íbamos a pagar las denuncias.

    Rafael. Claro, siempre han debido de estar bien.

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  14. Pregunta. Cuéntenos, Rafael, como conoce usted a la señora Justa y en qué fechas contraen matrimonio.

    Rafael. Conocerla la conocí desde que nació…

    La mujer. Se han criado juntos.

    Rafael. …porque estábamos… casas como desde aquí al coche (unos ocho metros) la mía y la suya…

    Blas. Jejej.

    Rafael. …hasta que ya me fui al servicio y nos hicimos novios… y ya pues eso.

    Blas. Yo conocí a esta señora (señala a su mujer) pues… por la Justa, porque nosotros hemos llevado luto en la juventud por tres años; este de una hermana y yo de un hermano. Del mismo aparejo. Y yo a esta mujer la conocí… por culpa de este y su mujer…

    Rafael. Jejej.

    Blas. … porque ella iba con ellos y yo bajaba de mi casa, yo vivía en los chorros del agua y dice la Justa, vente con nosotros. Total que me fui con ellos… y me quedé enganchado, y ya no me he desenganchado.

    Pregunta. Entonces luego… ustedes se separan…

    Blas. ¡Que va, si estamos juntos todavía! ¿cómo nos vamos a separar?

    Yo. Me refiero a que Rafael se va a Casas Nuevas, de Lorca, unos cinco kilómetros al Sur…

    Rafael. Sí, cinco o seis kilómetros.

    Yo. …y allí pasa diez años de su vida.

    Rafael. Allí pasé diez años de mi vida.

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  15. Yo. Cuéntenos sobre su estancia allí…

    Rafael. Una vida amargada, también; de día en el monte y de noche…

    Ana. Trabajaba para dos señoritos…

    Rafael. Sí, para dos señoritos; yo era el pastor…

    Blas. Claro, el pastor; él no labraba nada…

    Ana. Y, es curioso, ¿qué ganabas al mes?

    Rafael. ¿Qué ganaba al mes? Echaba cuentas y salía… a trece pesetas por día. Ajusta la cuenta, y haber lo que ganaba al mes (sonríe).

    Yo. A menos de peseta la hora.

    Rafael. Fíjate tú. Me acuerdo que iba la Guardia Civil y habíamos de firmarle para que constase que habían pasado por allí. Y una vez me pregunta un guardia de aquellos, ¿Cuánto ganas aquí? Digo, pues… he hecho la cuenta y salgo a tanto, de a trece pesetas por día. Dice, ¿y no puedes estar de barrendero –que era lo peor que entonces había- en lugar de estar aquí de día y de noche para lo que ganas? ¡María santísima!...

    Yo. Luego de estar diez años de pastor en Casas Nuevas, vuelve usted a La Zarzadilla, y al poco sale a Francia a vendimiar, y encuentra usted trabajo de pastor… ¡en los Alpes!

    Rafael. En los Alpes de Italia, sí.

    Yo. Cuéntenos su experiencia alpina, Rafael. ¿Estuvo mucho tiempo en los Alpes?

    Rafael. En los Alpes no, en los Alpes estuve un mes solamente; ahora, yendo a Francia estuve diez años, hasta con la familia…

    Yo. Para ahorrar perricas…

    Rafael. Pero cuando me fui a los Alpes… allí daba miedo de estar. ¿Tú sabes los nevazos que se tiraban allí? En el mes de septiembre, empezaba a nevar allí y estaba nevando hasta mayo. Se juntaban unos nevazos, que la nieve de un año se quedaba debajo de la nueva…

    Blas. ¿Ahí no va la historia de cuando nosotros perdimos el ganado?

    Yo. La puede contar…

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  16. Rafael. Sí, ahí va la historia de todo (se refiere al libro de Moya).

    Blas. Nos traímos la última (borrega) aquí debajo del brazo…

    Yo. Cuando se cayeron…

    Rafael. Cuando cayó el nevazo aquí…

    Blas. Se helaron.

    Rafael. … que se helaron, dentro de las minas…

    Blas. Yo bajé de lo alto de la sierra de un topazo que me dio un macho, y salí sobre la nieve helada brincando cejos. Bajé abajo en un rilete, no tuve revueltas ni nada, nada más que derecho, con los brazos echados adelante…

    Pregunta. Cuando compra la tierra en La Zarzadilla de Totana y levanta su casa, ¿ya no vuelve usted a pastorear?

    Rafael. No, ya no.

    Blas. Se cortó la coleta.

    Rafael. Ya me hice agricultor y vivía de la agricultura, pero igual había de ir al monte, a lo que saliera…

    Blas. La vida ha sido esa, aquí. Nuestros padres tenían ganado, los dos…

    Yo. Y luego, de las fuentes diseminadas por la sierra y sus alrededores, ¿se ubica o ubicaba alguna de ellas en el término municipal de Mula?

    Rafael. ¿De fuentes?

    Yo. Aquí viene Mena, Madroño, Poza del Sudador, Los Tornajos, Majada Morales, del Roble, del Lobo, La Jara, el Royo, etc.

    Rafael. Los Tornajos, la fuente del Roble y la fuente de Casas Nogueras, la del Montés… todo eso está en el término de Mula.

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  17. Blas. Los Tornajos son de El Francés.

    Yo. ¿Ah, Los Tornajos son de El Francés?

    Blas. Sí, pertenece a Mula ya.

    Rafael. Los Tornajos están en la parte de El Francés..

    La mujer. La fuente de la Casa de los Pinos… Las Perulas… todo eso está en Mula.

    Blas. Ahí delante está el mojón de Mula.

    Yo. He observado que en la parte de la sierra perteneciente a Lorca hay fuentes naturales, cuevas, e incluso minas de plomo, explotadas desde tiempos remotos… hasta los años treinta.

    Rafael. Sí, hasta los años treinta.

    Yo. De la parte perteneciente a Mula no tenemos memoria de cuevas, ni de abrigos naturales de interés, y es muy poca la información que tenemos sobre fuentes, aunque bueno, sobre fuentes ya sabemos un poco más, tal vez dado a que la vegetación es más tupida y apenas hay vías de comunicación en el ínterin, salvo las vías de El Manzano y La Selva. ¿Conoce usted alguna cueva o abrigo natural en el área de Pedro Ponce perteneciente al término de Mula?

    Blas. Claro que hay.

    Rafael. Cuevas, claro; cuevas hay muchas. Está la cueva del Brusco, que está en el término de Mula…

    Blas. Está el barranco que va para Villar. Allí hay cuevas…

    Rafael. Está la cueva del Capirucho.

    Blas. Y la cueva de los Mochuelos, que está abajo…

    Rafael Esa está en el término de Lorca.

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  18. Ana. Ah, mira, había una sima, justo arriba, eso es parte de Mula, porque era en La Selva. Había una sima muy profunda…

    Pregunta. ¿Pero la sima esa era natural… o la artificial que hicieron en las prospecciones para el plomo?

    Rafael. Sima natural. El caso es que vinieron preguntando por la sima esa, y no he podido dar de ninguna manera con ella.

    Ana. Resulta que después de las replantaciones cayó piedra o tierras y se cegó, o la misma naturaleza la ocultó.

    Rafael. Estuvieron con cadenas para hacer las replantaciones de pinos, y se ve que echaron o cayeron piedras, o se ve que los topos la han enterrado. Está allí. Debajo del mojón, que sabes nos venimos al carrilico de abajo que hay, pues por allí por el camino aquel…

    Ana. ¿Y cómo era la sima cuando la viste?

    Rafael. La sima era como una raja así (pequeña).

    Blas. Un agujero.

    Rafael. Entonces tirábamos piedras y a lo mejor iban zurriendo hasta allí abajo, yo que sé a donde llegarían… Había otra, esta estaba en el término de Lorca, aquí en el puntal este que sube a Los Janjorros, que tenía un agujerito así (de unos 4 centímetros de diámetro). Íbamos de zagales con el ganado hacia arriba, y allí nos sentamos en la lastra y sentimos un ruido como de un golpe de agua, tremendo, que caía, o sería viento aquello… no sabíamos lo que podía ser. Y ya te digo, acercábamos el oído y se oía eso, como si hubiera caído un golpe de agua desde lo alto de un salto. Después fue el Cojo y metió un barreno por ver si había agua allí, y la enterró también.

    Ana. En estos montes hay un acuífero bastante grande.

    Blas. En el mismo alto hay una (sima) que tenía agua. Y ahí, en el puntal ese, hay una, que me la enseñó a mí tu cuñao Carillero, en la misma curva que hace el camino así, en la lastra que había, y tirabas las piedras y no las sentías cuando caían. Y está en el mismo alto…

    Rafael. Cuevas había, en el término de Lorca habían muchísimas cuevas. Ahí mismo en las tierras del camino de Santa Juana, la cueva del alto del Veneno que sabes (se dirige a su hija) dormíamos con el ganado; está la cueva de los Mochuelos, la cueva de los Muleteros…

    Blas. Pregúntale a tu cuñado Carillero. Hicimos una barraca en el barranco de Calvillo cuando estábamos de carbonera, y le pegamos fuego, y a poco hemos de irnos allá… donde estaba el tío José…

    Rafael. Ese es el leña-barracas, jejej…

    Blas. ¡Válgame cuantas penas y cuantas cosas…!

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  19. Yo. (A Ana). Bueno… y esta pregunta va… casi para ti. Dice…si se mancomunasen los municipios de Lorca y Mula para promocionar y al mismo tiempo conservar Pedro Ponce, al igual que se hace en Sierra Espuña entre Totana, Alhama, Aledo, Pliego y Mula, la mayor beneficiada por su proximidad a la sierra podría ser La Zarzadilla de Totana, ¿no? Ello fomentaría el turismo rural y generaría empleo…

    Ana. Por supuesto, al haber dos grandes municipios, en este caso Lorca y Mula, luchando por lo mismo… vamos, es positivo para la evolución del pueblo y del entorno. Un poco lo que falta aquí es eso, falta bastante el empuje…

    Yo. Con el libro de Sánchez, La Zarzadilla de Totana queda como base de salida de expediciones y excursiones a la sierra, a través de los itinerarios rescatados por Rafael Martínez. Aunque existe un alojamiento rural, no existe hospedería-restaurante para el fomento del buen yantar serrano, que rescate y proteja la gastronomía popular, que a buen seguro es nutritiva e imaginativa. ¿Qué platos son los más representativos o característicos de la cocina tradicional de esta zona?

    Ana. No se…, Julia, tú de eso entiendes más que yo.

    La mujer. ¿Yo? (risas)… He ido pocas veces a las casas de comidas.

    Ana. De aquí de La Zarzadilla…

    Julia. Pues yo que sé… ¿Qué te voy a decir yo…?

    Ana. A ver, vamos a ver; hay un zarangollo que es típico de aquí…

    Julia. Y las migas son típicas…

    Ana. Chamorro…

    Blas. Las migas de pan, las migas de harina…

    Ana. El cocido también, con garbanzos…

    Julia. La paella…

    Blas. Y guisados de patatas y garbanzos…

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  20. Yo. Unos kilómetros al norte de La Zarzadilla, en dirección a Bullas, dentro del término municipal de Mula, hay canteras de mármol, explotadas por una empresa madrileña. Una de estas canteras, la más próxima al término de Lorca, está abandonada, y yo mismo esbocé un proyecto de regeneración ambiental de la zona, tomando como muestra referencial otros proyectos desarrollados en Macael (Almería). Si en otoño me renuevan contrato, ultimaré el proyecto de regeneración y lo presentaré a mi concejal. ¿Qué opina usted, bueno, ustedes, de las canteras? ¿En qué modo beneficia o perjudica a La Zarzadilla la explotación de esas canteras?

    Blas. Yo en las canteras no he trabajado.

    Rafael. Más bien beneficio que perjuicio…

    Ana. Bueno, beneficio porque le ha dado empleo durante muchos años a la gente, pero vamos, en cuanto al medio ambiente ha sido un impacto ambiental bastante importante, desplazando todo lo que es la fauna… ¿Cuántos años lleva explotándose la cantera?

    Rafael. Llevará lo menos cincuenta años… o a lo mejor más de cincuenta…

    Ana. Pues imagínate en cincuenta años lo que se han comido…

    Rafael. Figúrate tú; tengo 84 años, y estando en el servicio (militar) ya la tenían mis primos.

    Ana. Hace más de sesenta…

    Rafael. Claro que hace más de sesenta años y pico que están funcionando las canteras…

    Ana. Pues eso, el beneficio ha sido ese, dar empleo…

    Rafael. La mano de obra que ha dado.

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  21. Pregunta. Los camiones… ¿pasaban por aquí?

    Rafael. Sí, sí, por ahí por la carretera…

    Yo. Ya pasan poco…

    Rafael. De vez en cuando, ¿sabes?, como los mismos dueños tenían canteras en Macael, lo de aquí igual se lo llevaban allá…

    Blas. ¿Recuerdas cuando cargaban los bloques de mármol con carretas?

    Rafael. Eso era antiguamente.

    Blas. Yo… soy más viejo que Cascorro, ya…

    Yo. ¿Cuántos años tiene usted?

    Blas. Dieciocho y medio.

    Ana. ¿Multiplicado por…?

    Rafael. Multiplicado por cinco o seis.

    Yo. Pues no tendrá muchos tampoco, ¿no?

    Rafael. Tiene nada más que ochenta y seis.

    Blas. ¡Ochenta y seis!

    Yo. ¿Es mayor que usted?

    Blas. Dos años; bueno, casi tres.

    Rafael. Él es del ’42 y yo soy del ’45.

    Julia. De la quinta del ’42.

    Rafael. De la quinta, claro.

    Blas. Y me falta para cumplir los 87 en que venga la Pascua, Navidad.

    Yo. Mi bisabuela pasó los noventa.

    Blas. Y mi padre también. Y mi madre los noventa y cinco.

    Julia. Su padre es que murió hace unos años, con cien años…

    Rafael. Cinco meses le faltaban. Cinco meses justos le faltaban para los cien años.

    Yo. El aire de la sierra…

    Rafael. Nació el once de febrero de 1900, y murió el 11 de septiembre del ’99. Le faltaban cinco meses justos pa cien años.

    Blas. Yo no llevo cuentas con eso; porque no llevo cuentas con lo mío.

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  22. Yo. Bueno, pues la entrevista era esa; se podría alargar… pero para no hacernos pesados la dejamos aquí. Si quieren decir algo más, lo que quieran, por si se nos ha quedado algo…

    Blas. ¡Claro que queda, búf si queda!...

    Ana. Jajaj…

    Blas. ¡No queda ná!... En lo alto de la sierra, cuando todavía se sacaba plomo, tenía yo 19 años y ya bajaba con dos burros cargados de plomo de allí, a descargarlos aquí.

    Pregunta. ¿Y no perjudicaba el plomo a la gente que lo manipulaba?

    Rafael. No.

    Ana. No, porque de alguna manera lo que se extraía era la galena, que es el mineral en sí. Lo único que se hacía aquí era el lavado, y eso ya se llevaba a la factoría, donde fuera.

    Rafael. Lo que sí perjudicaba a los trabajadores era…

    Blas. Las minas.

    Rafael … las minas.

    Blas. Tenían que meterse arrastrando, con la carga acuestas.

    Rafael. Aquí… todos los que trabajaron en las minas murieron jóvenes, afectados de los pulmones.

    Ana. Mi bisabuelo… el abuelo de mi madre murió allí, en una mina. Ayer estuvimos allí.

    Rafael. ¿Pasasteis por allí?

    Ana. En la mina del tío Gato.

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  23. Rafael. Allí… en una mina que se llama el Pozo del Grillo, un pozo que es muy grande, muy ancho y muy hondo, ¿sabes?, el culo del pozo está lleno de minas, porque entonces hacían minas…

    Blas. Por todos lados.

    Rafael. … por todos lados, buscando el plomo…

    Ana. Tenía yo una duda; ¿primero hacen el pozo, y después…

    Blas. Agujeros para todos lados

    Ana. … y encontraban el filón, por ejemplo…?

    Rafael. Hacían minas en el fondo del pozo.

    Yo. Galerías…

    Rafael. En el fondo del pozo hacían minas para un lado y para otro…

    Blas. Buscando…

    Rafael. Ese que te digo… ese donde murió el abuelo de la mamá, ese tenía una mina por allá por abajo… por donde el carril que bajamos hacia abajo, ese tenía una mina en la que se metían los mineros andando hasta el culo del pozo. Me contaba el abuelo que nacía agua allí, y… estaban trabajando allí y entonces tenían su pocica allí. Se ve que nacía allí pero se iba transmanando otra vez en la tierra…

    Ana. Es increíble; la montaña esta está totalmente minada, no te puedes ni imaginar, tiene galerías, pozos…

    Rafael … y entonces las vasijas que tenían para el agua, ¿sabes lo que son las petacas que tenían para el tabaco?, eso de cuero…

    Yo. Sí, sí, era una parte así, como un cartucho donde se guardaba el tabaco, y otra parte un poco más grande que encajaba y servía de tapadera.

    Rafael. Pues con la de fuera, llenaban la vasija.

    Blas. En la misma Copa, que no se si ha muerto, en Francia, el Ramón y el tío Ginés, y el Máximo, que iba con ellos, hicieron una mina y llegaron a un sitio y ya no pudieron pasar porque caía un chorro, un golpe de agua que daba miedo. En la misma Copa.

    Ana. En la Copa hay doscientas minas…

    Blas. Por donde está la Malacate.

    Rafael (dirigiéndose a Blas, refiriéndose a Ana). Ya lo conoce todo más que tú.

    Ana. Ayer mismo estuve en todos los pozos.

    Julia (dirigiéndose a su marido). ¿No ves que va cada vez que viene? (Aunque parezca un juego de palabras se refiere a que Ana, que no vive en La Zarzadilla, va a los pozos toda vez que regresa a la aldea).

    Blas (a Ana). ¡Anda!, déjame a mí de cuentos, que yo se donde estaban todos los pozos…

    Rafael. Pero hoy los conoce más que tú, ya.

    Julia. (Refiriéndose a su marido) Hace tiempo que no ha ido ya por ahí…

    Blas. Conozco donde estaban todos los matacanes y todos los cerros… lo que pasa es que… yo, ya… llegué a donde iba. Tú acuérdate, cuando veníamos con los burros cargados y nos íbamos a comer tomates y pepinos…

    (Ruido tremendo de la cinta, imagino que a causa del viento)

    Ana … Esta ha sido siempre una montaña olvidada.

    Yo. Pues la gente la va a recordar.

    Ana. Yo creo que sí.

    Yo. La va a redescubrir.

    Ana. La van a descubrir.

    Rafael. ¿Esto de las sendas? Ya veremos a ver si se consigue. Estamos ya… ¿dos años?

    Ana. Dos años.

    Rafael. Ya ves; en busca de eso…

    Yo. ¿Es Rafael Martínez Caballero?

    Rafael. Sí.

    Yo. Bueno, pues entrevista realizada a Rafael Martínez Caballero ¿y usted?...

    Blas. Blas Sánchez Moreno.

    Yo. … el día veintiséis de agosto del año 2006. ¡2008! Anda que…

    Tod@s. Risas.

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